Edmundo Cox Beuzeville





Edmundo Cox Beuzeville


En tiempos de agitación y protesta popular en contra del alza del costo de vida y carestía de víveres, inicios de 1955, nací en el seno de una familia pequeño burguesa ligada a la intelectualidad, en casa de mis padres, Unidad Vecinal de Matute, La Victoria – Lima. Disfruté de una niñez normal. Hurgando recuerdos destaco los siguientes hechos:

A los 5 años, aprobé el examen e ingresé al colegio parroquial mixto Nuestra Señora de Guadalupe, en Balconcillo, integré la cuarta promoción éramos cerca de 60 alumnos hacinados en el aula. Era regentado por cursos Maryknoll y monjas de la Preciosísima sangre, ambos norteamericanos. Después del Concilio Vaticano II, los curas renuevan su discurso, difunden la “opción cristiana por los pobres” y la oposición a la guerra de agresión en Vietnam. El director a quien llamaban “pico de oro”, a más de la kermés anual, pidió al alumnado apoyar con un sol semanal de nuestra propina (eso sí nos afectó) a los Colegios Fe y Alegría. El cardenal Landázuri, nos visitaba una vez al año antes de la primera comunión de los alumnos de primer año y la confirmación de los de quinto. Cursaba el cuarto año, llegó el Cardenal Cusching de Boston, un viejo renegón hablando contra la revolución china y el comunismo, regaló a todos su librito, casi nadie lo leyó, a varios nos despertó el interés por conocer de chino y el comunismo; oía algo en mi familia y a obreros de construcción civil; por esa época llegaron miembros del cuerpo de Paz a la parroquia, a mí no me gustó, como tampoco la visita del cardenal gringo.

Mi padre, ingeniero civil especialista en construcciones escolares, trabajaba para el Estado, su sueldo no alcanzaba, éramos varios hijos, complementaba la economía familiar dirigiendo, la construcción de viviendas, decidió llevar a todos sus hijos, varones a la obra al cumplir 5 años, todos los sábados, para aprender a trabajar, soy el segundo hijo, la mayor es mujer, conmigo empezó antes de los cinco, trabajaba al inicio barriendo la obra y entregando clavos, aprendí chancándome los dedos, con la burla de obreros, me hice amigo de ellos, al conocerlos, valorar su trabajo y vida dura, era tema de conversación al retornar a casa, esto duró hasta los quince años, así me gané las propinas, con reclamos de aumento a mi padre, llegué a practicar en todas las labores de la obra e incluso sabía leer todo tipo de planos, hacer planillas de pago, etc. Los domingos por la mañana acompañaba a mi tío cura, hermano menor de mamá, a la invasión de la tercera zona de Collique, lo apoyaba como acólito, de los 8 a 11 años; vi la pobreza en la cual vivían las masas, me conmovió, era inevitable comparar los antagonismos sociales y preguntarme el por qué sin hallar respuestas satisfactorias, de ahí retornaba a casa de mi abuela materna a los usuales almuerzos familiares, ahí comentaba lo que veía pidiendo explicaciones, los que recibía no me convencían.

En secundaria llamó mi atención la ausencia de casi un tercio de compañeros de aula, desertaron porque sus familias no podían pagar la pensión escolar y los trasladaron a colegios estatales gratuitos, de menor calidad académica decían. La crisis general del país precipitó el golpe de estado institucional de las Fuerzas Armadas, el año 68; a inicios del 69 promulgan sus tres leyes básicas: agrícola, industrial y educación; esta última nos afectó directamente y lo rechazamos, las tensiones y conflictos en el colegio se popularizaron, entre profesores, padres de familia y alumnos, en contra y a favor de la ley de educación; algo similar ocurría en el país, estaba atento a las noticias. Las medidas del régimen corporativo fascista, golpearon la precaria economía de las masas. A mi padre lo subrogaron como Funcionario del Estado por oponerse a dichas medidas, nos tocó enfrentar dos años muy difíciles, eran mis últimos años en secundaria, creció mi rechazo al gobierno, así como las dudas sobre la existencia de Dios y la religión; los curas difundían documentales en contra de la revolución china, del Presidente Mao y el comunismo, en una se descuidó y al final aparecía el emblema de la CIA; se armó el debate y al cura que fungía de progresista le acusamos de agente o espía de la CIA, me acusó de promover el desorden; ya me habían suspendido por no acatar la disciplina rígida del Colegio. Toda esta experiencia orientó mi rechazo al imperialismo yanqui, a la iglesia que lo apoyaba y dejé de ir a misa.

A mi padre, con aval del Estado, lo contrató la UNESCO, para trabajar en México, fue toda la familia, un desarraigo duro, una prueba difícil que cohesionó y unió más a mi familia, mi madre fue la artífice de ello. Ingresé a la UNAM al programa de Economía, me interesó el estudio del marxismo al que dediqué buen tempo; participé del movimiento universitario, contra el gobierno mexicano, el revisionismo y trotskismo que tenían influencia importante por aquel tiempo. Mantenía correspondencia con mi amigo de la infancia, vecino y compañero de aula, me enteré de su vínculo con el PC en la UNI, lo cual me alegró, estaba entusiasmado por volver. Mi padre ganó la lucha legal por su reposición, y problemas de salud lo decidieron a retornar con toda la familia; cursé el 75% de la carrera, por traslado ingresé a San Marcos, en el 75, me incorporé al movimiento universitario, fui seleccionado a un reordenamiento, solicité mi militancia y la Dirección del PCP la aceptó. Se desenvolvía la lucha por impulsar la Reconstitución; el trabajo en un solo torrente a nivel de la lucha de las masas por vertebrar la construcción de organismos generados, escuelas populares en los zonales conformantes del metropolitano, en función de asaltar los cielos. Las exigencias del trabajo partidario, demandaron romper con las ataduras al viejo orden para su radical transformación, transitamos de empuñar “el arma de la crítica, a la crítica de las armas”; dejé los estudios en la Universidad sin concluirlos. Al llamado de la Fracción roja del Partido, asumir ser parte del primer desplazamiento de cuadros al campo, me asignaron a Puno; en el proceso de la lucha por incorporarme ideológica y políticamente al Partido; avancé en cambiar de alma, en una zona de larga tradición de lucha, y de los más pobres del país, apliqué los “tres con” fundiéndome con el campesinado pobre. Al abrir lo inédito en el Perú, el Partido impulsó el proceso de su militarización y construcción concéntrica, las acciones hablaban, lo nuevo había nacido desafiante en vigoroso desarrollo.


En mayo 81, fui costo, detenido en la comunidad campesina de Acota, Sicuani. Las torturas me provocaron tres fracturas óseas. Por gestión nuestra logré el traslado del Caso judicial a Lima por disposición de la Corte Suprema. Soy rehabilitado en el Hospital Dos de Mayo, estuve internado con vigilancia policial un año. El 83, me trasladan a la isla penal El Frontón, coadyuvé en la brega por construir la luminosa trinchera de combate, armar al contingente con la ideología científica del proletariado, forjarlo en la línea roja del Partido.

A inicios del 86, la Dirección autorizó enfrentar el juicio, denunciar el genocidio en marcha del gobierno, lo cual cumplí. Salí en libertad en enero 87, como hombre de filas me reincorporo al trabajo partidario; desplazado a Puno, me detienen en la estación del tren de Juliaca con mi compañera, al mes salimos en libertad, proseguí el trabajo en Lima. La Corte Suprema anuló el juicio, revocó mi libertad, ordenó recaptura y nuevo juicio; detenido por requisitoria en un barrio popular de la zona este de Lima, recluido en el penal de Canto Grande, me cupo la responsabilidad de dirigir la construcción ideológica, política y organizativa de esa luminosa trinchera de combate. Concluido el juicio y apelada la sentencia, la Corte Suprema, en un fallo ilegal, elevó de 12 años –el máximo legal en ese entonces- a 15 años de prisión la condena. En noviembre 91, cumplí con los requisitos de ley, obtengo el beneficio de libertad condicional; al día siguiente El Comercio, en su página editorial, exige revocar dicho beneficio, principia la persecución política de la policía política. Luego del golpe de estado del 92 y la detención de nuestra Jefatura y Dirección Central en el 92, ofrecen una recompensa por mi captura, con foto incluida, como uno de los más buscados, por la nefasta acción de la línea derechista de raíz revisionista, desbocada tras la detención de nuestra Jefatura, por seguimiento a uno que devino en parte del siniestro bloque escisionista, me entregó al enemigo de clase; el servicio de Inteligencia de la Marina, me recaptura con mi compañera y mis menores hijos, a ellos conseguí darlos en custodia a mis padres. En un “juicio” de cuatro sesiones y tres horas y media de duración en total, en el teatro de guerra, me condenan a cadena perpetua por “Traición a la patria”, en la División de Fuerzas Especiales del Ejército, ubicado en Chorrillos, la caballería fue adecuada como sala de guerra y calabozo, donde la tortura, privación de alimentos eran habituales. Aislado en Canto Grande por el lapso de tres años. A los días de ser internado en dicho penal, me trasladan al Penal Militar de la Base Naval, grata sorpresa e inmensa alegría de reencontrarme con Presidente Gonzalo y C. Miriam, convocado por nuestra Jefatura en el curso de unos días de intenso trabajo de análisis de la realidad nacional, internacional y de la lucha interna del Partido, cierro filas con la Fracción Roja en la defensa del Partido, como hombre de filas asumo la Nueva Gran Estrategia y todo lo que de ella deriva en la nueva etapa que se abría, en lucha contra el siniestro bloque escisionista, su línea revisionista, la cual promovía los cuatro cambios (ideología, política, Dirección y derrota de la guerra popular). Retornado al Penal, las autoridades dieron facilidades para desenvolver una reunión amplia de transmisión al contingente, en el marco de las reuniones que Presidente Gonzalo y c. Miriam, desenvolvían con el representante del Estado en la lucha por concretar un Acuerdo de Paz, el que finalmente no se dio. A inicios de Diciembre, nos vuelven a convocar al PMBNC, coincidió con el aniversario del Presidente Gonzalo, fue la última vez que nos reunimos con él, en los 90s. En Canto Grande, mantuve contacto eventual con mis compañeros, hasta inicios del 95 estuve aislado, de ahí me trasladan al penal de Yanamayo, ya reunido con los camaradas, cumplimos labores del Partido; en la crisis general y hundimiento del gobierno genocida de Fujimori, rompemos el régimen de encierro de 23 ½ horas diarias, a fines de los 90s. El 2003, nuestro Partido ganó la demanda de inconstitucionalidad de la legislación antiterrorista; anularon juicios militares, nos vuelven a juzgar en Lima, nos trasladan a inicios del 2004 a Canto Grande; a fin de año nos aíslan confinados en el nuevo penal de máxima seguridad Ancón. Rechacé el nuevo juicio, la sentencia de la Corte Suprema elevó la pena a 35 años de prisión por “autoría mediata, ser miembro de la dirección…”, no reconoció los casi 10 años de prisión anterior. Llevo 33 años detenido, en esta tercera ocasión 24 años ininterrumpidos, en condiciones adversas, difíciles de negación y restricción de beneficios y derechos fundamentales.

He cumplido con todas las etapas del llamado “régimen penitenciario progresivo y científico” estoy más de 3 años en régimen ordinario mínimo; sin embargo negando su propia legislación y normas, el Estado reaccionario, carente de argumentos, da la callada por respuesta oponiéndose al traslado a un penal ordinario, tal cual corresponde, en Canto Grande con mis compañeros. Estoy en un pabellón en el cual ilegalmente mezclan “etapa C de régimen cerrado de máxima seguridad” con el régimen ordinario, mal conviven una inmensa mayoría de internos comunes, algunas decenas por narcotráfico y unos pocos presos políticos. Bregamos por mantener una relación de mutuo respeto y neutralizarlos para que la autoridad no los use contra nosotros o para restringir derechos. Entre ellos hay quienes pertenecieron a las unidades de élite del ejército y la marina quienes nos han combatido, algunos mantienen una posición hostil hacia nosotros, otros tienen deudas de sangre o fueron afectados en la guerra popular, todo ello complica aún más la convivencia diaria con ellos. Es experiencia empírica de años, cuando el gobierno aplica mayores medidas restrictivas de derechos, como contraparte se desborda su complemento indesligable: la corrupción, en los penales de máxima es donde más campea, todo lo convierten en mercancía y tiene un precio, tras experiencias comunes “ya saben lo justo no más” las autoridades a todo nivel chantajean, extorsionan a los internos para obtener “coimas”, funcionarios del Estado mal pagados complementan su presupuesto así, todo traen y venden, si algo cae o se filtra, la culpa es del interno y de su familia. En sus peroratas a los internos se presentan como defensores de la moralidad, valores y abnegadas rehabilitadores sociales. 

A inicios del 2017, enfrentamos otra farsa de juicio en contra del presidente Gonzalo y la Dirección del Partido, pretenden impedir la libertad de quienes ya cumplieron la pena impuesta; juicio político sin sustento legal alguno, le dan un carácter simbólico, imponer nuestra muerte en prisión, escarmentar, en vano afán de impedir que la clase y el pueblo enarbole, aplique “La Rebelión se justifica” gran derecho por excelencia para transformar el caduco orden. La Revolución Proletaria es cierta y real, la dorada meta será realidad, nada prevalece contra las “almas más indómitas del siglo”.


Sentencia y Ejecutoria Suprema, con las páginas subrayadas, demostrando que ya fue sentenciado y condenado por dirigente del Comité Central y del Comité Metropolitano del PCP y por terrorismo art. 2 y 3 del DL 25475 por todos los hechos desde 1992 y 1993 a la pena de 35 años a cumplirse el 20 de agosto 2028.

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